La madre de Nawab Qaisar (rajimajul’lah) – Segunda Parte

Durante un largo período de tiempo, la madre de Nawab Ishrat Ali Khan Qaisar (rajimajul’lah) padeció diversas enfermedades y dolencias graves. Sin embargo, a pesar de los diferentes tipos de enfermedades con las que fue probada, se mantuvo extremadamente tolerante y paciente. Cada vez que experimentaba un ataque de angina, a pesar del dolor insoportable, se dedicaba en el Zikr de Al’lah Ta’ala.

Ocho años antes de su fallecimiento, cuando se le rompió el hueso de la espinilla (tibia), los médicos le aconsejaron que tendría que someterse a una operación. Sin embargo, ella se negó y dijo: “Estoy (feliz y) preparada para vivir el resto de mi vida con una espinilla (tibia) rota, pero no estoy en absoluto preparada para exponer mi cuerpo frente a un médico (hombre)”.

Tenía una sirvienta que estuvo treinta años en su compañía y la acompañaba dondequiera que fuera. Su carácter era tal que alimentaba a su sirvienta con la misma comida que ella comía y le daba la misma clase ropa que ella vestía. En una ocasión, esta sirvienta fue ingresada en el hospital y permaneció allí unos días debido a una dolencia/ailencia cardíaca. La madre de Nawab Saheb a pesar de su discapacidad, fue tres veces visitarla al hospital en silla de ruedas.

Ella fue muy puntual en ofrecer su Salah de Tajayyud. Unos días antes de su fallecimiento, mientras completaba su Wudhu en el momento de Tajayyud, se cayó y se lesionó gravemente en la cabeza. Incluso en esta condición, cuando la acostaron en su cama a partir de entonces, suspiraba por realizar dos Rakats del Salah de Tajayyud. Sin embargo, debido al fuerte impacto de su caída, sufrió una hemorragia cerebral severa y quedó inconsciente durante dos días y medio.

Durante este estado de inconsciencia, una vez mientras la gente recitaba Kalimah Tayyibah y Kalimah Shahadah cerca de su cama, ella levantó el dedo índice. Esta fue la última acción que había llevado a cabo antes de fallecer.

Regularmente le pedía a un Alim mayor y piadoso, Moulana Faquír Muhammad (rajimajul’lah), que hiciera Dua para que ella fuera bendecida con la dulzura del Iman, una buena muerte y que los dolores de la muerte fueran fáciles. Además, a lo largo de su vida, su deseo fue ser bendecida con una muerte en el día de Yumuah. Al’lah Ta’ala respondió a esta Dua y cumplió su deseo quitándole el alma en el momento del Azan del Salah de Yumuah. Dejó esta morada temporal el 25 de Mujarram de 1406 D.H. a la edad de noventa y tres años. El gran santo, el Doctor Abdul Hai Arifi (rajimajul’lah) dirigió su Salah de Yanazah y fue enterrada antes del atardecer de ese mismo día.

[Misali Jhawatin pág. 299-303]

Lecciones:

1. A pesar del permiso otorgado por la sharía para que una mujer exponga su Satr (en la medida de la necesidad) ante un médico varón que no sea Mahram con el propósito de tratamiento, el nivel del Iman y Jayá (modestia y pudor) de la madre de Nawab Saheb (rajimajul’lah) fue tal que se negó a someterse a la operación y prefirió permanecer en esa condición durante los ocho años restantes de su vida. ¡Qué gran diferencia entre esto y el triste estado de nosotros en hoy, donde una mujer no duda en exponerse incluso ante un esteticista o maquillador masculino (lo que obviamente es prohibido)!

2. Rasulul’lah ﷺ ha alentado que una persona debe alimentar a su esclavo con alimentos similares a los que él come y darle ropa similar a la ropa que él mismo usa. [Bujhari #30 y Mirqat vol. 6, pág. 515] La madre de Nawab Saheb (rajimajul’lah) practicó esto al más alto nivel al alimentar y vestir a su sirvienta exactamente lo mismo que ella comía y vestía. Lo mínimo que podemos hacer es tratarlos con amabilidad y dignidad y compartir con ellos un poco de las delicias y golosinas que disfrutamos.

3. Todo creyente desea, aspira e incluso hace Dua para ser bendecido con una buena muerte. Sin embargo, este deseo necesita ser apoyado con buenas acciones y una vida piadosa. La madre de Nawab Saheb (rajimajul’lah) pasó su vida adorando y obedeciendo a Al’lah Ta’ala y, por lo tanto, fue recompensada con una muerte bendecida y un final envidiable. Ella fue un ejemplo vivo del dicho “así como sea tu vida, será tu muerte”.