En el idioma inglés, hay un dicho popular que dice “When in Rome, do as the romans do” (“Cuando estés en Roma, haz lo que hacen los romanos”).
El origen de este dicho se remonta al siglo IV cuando un sacerdote llamado Agustín se mudó de Roma a Milán. Al llegar a Milán, descubrió que sus feligreses no ayunaban los sábados, como lo hacía el pueblo de Roma. En ese tiempo, el obispo de Milán, llamado Ambrosio, aconsejó a Agustín diciendo: “Cuando voy a Roma, ayuno el sábado, pero aquí no. También debes seguir las costumbres de cualquier iglesia a la que asistas si no quieres dar o recibir un escándalo”.
Fue a partir de este consejo supuestamente “racional y sabio” de Ambrosio que se acuñó este dicho: “Cuando estés en Roma, haz lo que hacen los romanos”.
En completo y rígido contraste con esta mentalidad y enfoque de los incrédulos está el camino del islam. El islam nos enseña que “No importa dónde estés, incluso si estás en Roma, haz lo que hizo Rasulul’lah ﷺ y los Sajabah (radillal’laju anjum)”.
En otras palabras, sin importar dónde se encuentre un musulmán, siempre debe permanecer firme y tenaz sobre el Din y la sunna de Rasulul’lah ﷺ. No debe dejarse vacilar ni influenciar por la cultura y las costumbres de los incrédulos. Solo debe amar y estar inclinado a la sunna, ya que en la medida en que uno trae la sunna a su vida es que alcanzará el éxito por Al’lah Ta’ala.
Al’lah Ta’ala nos ha bendecido con un Din perfecto, amplio y completo. Y Rasulul’lah ﷺ y sus Sajabah (radillal’laju anjum) nos han dejado un ejemplo sublime y hermoso para emular y seguir. Desde nuestro comer y dormir, hasta nuestros actos y ritos de adoración e incluso nuestros tratos comerciales, vidas domésticas e interacciones sociales, un musulmán es totalmente distinto de los incrédulos, ya que cada dimensión y departamento de su vida irradia y refleja la belleza del islam y la sunna.
Entre los aspectos en los que un creyente se diferencia totalmente de los incrédulos están las ocasiones de alegría y celebración. Los incrédulos celebran Navidad, Pascua, Año Nuevo y otras ocasiones similares, mientras que las ocasiones de alegría de un musulmán son el día de Yumuah, los dos Eid, etc.
En este sentido, es vital que un creyente muestre la máxima importancia y significado a las ocasiones auspiciosas y alegres de los musulmanes, mientras se abstiene por completo de mostrar cualquier importancia, significado o inclinación hacia las celebraciones especiales de los incrédulos.
En el Glorioso Corán, Al’lah Ta’ala ordena a la umma diciendo: “No se inclinen hacia los opresores [aceptando su injusticia], porque [si lo hacen] los alcanzará el Fuego, y no tendrán protector fuera de Al’lah ni serán socorridos”. [sura: Jud, aleya: 113]
Esta aleya prohíbe claramente a los creyentes cualquier tipo de “inclinación hacia los incrédulos”. Los ulema explican que “inclinación hacia los incrédulos” se refiere a que uno se incline hacia sus creencias, costumbres, actos de culto, celebraciones, vestimenta y cultura, etc.
Por lo tanto, un musulmán no debe pronunciar palabras como “Feliz Navidad” y “Feliz Año Nuevo”, ni debe admirar los árboles de Navidad o los fuegos artificiales que se exhiben, o esperar hasta la medianoche y participar en la cuenta regresiva para el nuevo año. Hacerlo es identificarse con los incrédulos, que son los enemigos de Al’lah Ta’ala, y mostrar una inclinación por sus caminos, en lugar del camino de Rasulul’lah ﷺ. ¡Esta es una acción tan detestable que hace que uno atraiga la ira de Al’lah Ta’ala!
En este sentido, Umar (radllal’laju anju) mencionó una vez: “Abstente de (juntarte con) los enemigos de Al’lah Ta’ala, los judíos y los cristianos, el día en que se reúnen en sus celebraciones, porque ciertamente la ira de Al’lah Ta’ala desciende sobre ellos. Temo que (si participas en alguna de sus celebraciones), la ira de Al’lah Ta’ala descenderá sobre ti”. [Shuabul Iman #8940)]
Que Al’lah Ta’ala nos bendiga con el amor por la sunna, la aversión por los caminos de los incrédulos, y que nos resucite con Rasulul’lah ﷺ y los Sajabah (radillal’laju anjum) en el Día de Quiyamah, amén.