Qasimud Dowlah, Aq Sunqur Al-Bursuqui (rajimajul’lah) – [Segunda Parte]
Aq Sunqur Al-Bursuqui (rajimajul’lah) ofrecía muchos Rakats del Salah de Tajayyud todas las noches, después de hacer Wudhu por su cuenta, sin la ayuda de ningún sirviente. En una fría noche de invierno, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) se despertó para ofrecer su Salah. Para realizar el Wudhu, él mismo procedió a buscar agua del río Tigris con una jarra hecha de cobre. Uno de sus sirvientes que estaba con él esa noche lo vio despertarse y dirigirse al río. Sin embargo, debido al intenso frío, inicialmente no se despertó para ayudarlo. En ese momento, el miedo de su amo lo venció y así se despertó y se adelantó para quitarle la jarra. Al-Bursuqui (rajimajul’lah) se negó a darle la jarra y le dijo con simpatía: “¡Oh, pobre! Vuelve a tu lugar, porque en verdad hace frío. A pesar de que el sirviente se esforzó por quitarle la jarra, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) no cedió y lo hizo regresar a su lugar. A partir de entonces, realizó su Wudhu y comenzó su Salah.
El 9 de Zul-Qadah de 520 DH, que era un jueves por la noche, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) tuvo un sueño en el que varios perros se abalanzaron sobre él. Mató a algunos de ellos, sin embargo, los otros le causaron un gran daño. Cuando relató este sueño a sus compañeros, estos le insistieron en que no saliera de su casa por unos días. Como era viernes, respondió diciendo: “Nunca dejaré de lado el Salah de Yumuah por nada”. Sus asesores insistieron e hicieron todo lo posible para disuadirlo de salir, hasta que lo convencieron. Sin embargo, cuando tomó una copia del Glorioso Corán para recitarlo, el primer verso en el que cayó su mirada fue:

وَكَانَ أَمْرُ اللَّهِ قَدَرًا مَّقْدُورًا

“y el designio de Al’lah ha de cumplirse”. [sura: Ahzab, aleya: 38]
Esta aleya confirmó su decisión inicial de asistir al Salah de Yumuah, a pesar del temor de sufrir algún daño.
Tenía la costumbre de ofrecer su Salah de Yumuah en el primer Saf con el público en general en el Yami Masyid de Mosul. Por lo tanto, montó en su transporte y se dirigió hacia él. No sabía él que varios chiíes, que se habían disfrazado vistiendo ropas de ascetas, estaban al acecho de él en la Mezquita. Deseaban matarlo porque jugó un papel decisivo en la caza de ellos y mató a un gran número de ellos. Cuando entró en la mezquita y se acercó al mimbar, se abalanzaron sobre él y lo atacaron con dagas. Aunque hirió a algunos de ellos él solo, pero los demás lograron infligir golpes fatales con sus dagas. Luego lo llevaron a casa y falleció ese mismo día.
[Bughyatut Talab pág. 1967/9 y Wafayatul Ayan vol. 1, pág. 417/8]
Lecciones:
1. A pesar del intenso frío, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) fue tan puntual y firme en su Salah de Tajayyud, que abandonó el calor de su hogar para ir a buscar agua para su Wudhu. Esto fue el resultado de su pasión por su Salah de Tajayyud y de tener un profundo deseo de comunicarse con Al’lah Ta’ala durante esos momentos especiales.
2. Aunque Al-Bursuqui (rajimajul’lah) tenía sirvientes para ayudarlo, él prefería ser independiente y realizar su propio trabajo. La dependencia de los demás en cosas que una persona puede hacer fácilmente por sí misma no es buena para una persona y afecta su productividad.
3. Una persona no debe aprovecharse de sus sirvientes y empleados, sino que debe ser amable, considerado y compasivo con ellos. Por lo tanto, cuando el sirviente insistió en ir a buscar el agua, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) sintió compasión por él y se negó.
4. Cuando Al’lah Ta’ala ha decretado algo, no se puede desviar ni evitar, sin importar las medidas de precaución que una persona pueda adoptar. Al-Bursuqui (rajimajul’lah) tenía la convicción de que si algo estaba destinado a suceder, definitivamente sucederá y, por lo tanto, no abandonó el Salah de Yumuah.