Recuerdo ese día claramente, como si fuera ayer. Estábamos en la madrasa y Mawlana aún no había llegado. Entre nosotros había un niño recién llegado a la madrasa, un joven llamado Abdul Hamid que se había mudado desde otra ciudad.
Como éramos niños pequeños, de unos cinco o seis años, estábamos fascinados por Abdul Hamid ya que su acento era completamente diferente y sonaba extraño al nuestro. Al escuchar el acento único de Abdul Hamid, uno de los niños le preguntó en broma: “¡Abdul Hamid! ¿Qué idioma hablas?” Sin dudar ni un segundo y con toda seriedad, Abdul Hamid le respondió: “Hablo el islam”.
En ese momento, esta respuesta nos pareció hilarante/graciosa, pero en retrospectiva, me ha dado mucho que pensar.
A lo largo de nuestra vida, tenemos diversas afiliaciones con diferentes grupos y entidades. En términos de nuestra etnia, una persona puede ser bengalí y otra somalí. En cuanto a los lugares donde vivimos, uno puede ser durbanita (residente de Durban) y otro capense (residente de Ciudad del Cabo). En términos de idioma, uno puede ser inglés mientras que otro puede ser español.
Más de veinticinco años después, lo que me llama la atención del joven Abdul Hamid es que no dijo que hablaba inglés, sino que hablaba el islam. Esto indica que de todas las diversas afiliaciones que pudo haber tenido, su vínculo, afiliación y apego al islam y a los musulmanes fue el más grande y el más profundamente arraigado en su corazón y mente.
Los niños pequeños, así como los adultos de hoy, son atraídos en muchas direcciones, y hay muchos grupos y entidades que compiten por su afiliación y compiten por su lealtad. Se les enseña a ser leales a su escuela y, por lo tanto, cuando crecen, muchas personas se sienten orgullosas de ser exalumnos de una determinada alma mater e incluso asistir a las funciones de reunión.
Asimismo, se les instruye a ser patrióticos y leales a su país de residencia, y así exhibir el lema “Orgullosamente sudafricano”. Durante la reciente Copa Mundial de Rugby, muchos musulmanes –niños y adultos por igual– se vistieron con los colores del Springboks y publicaron el logo de la selección en sus estados de WhatsApp, expresando lealtad y apoyo al equipo de su país.
De manera similar, muchas personas se enorgullecen de apoyar a cierta estrella del deporte. En consecuencia, siguen fielmente su partido y “apoyan” lealmente a su jugador, animando y abucheando cuando corresponde.
Sin embargo, la pregunta es: “¿Debería un musulmán expresar lealtad hacia estas entidades no musulmanas y atribuirse a estos grupos y personas no musulmanas?” Para comprender mejor esta cuestión, reflexionemos sobre el siguiente hadiz:
Abu Uqbah (radiyal’lahu anhu), un esclavo liberado proveniente de Persia, informa: Participé en la batalla de Uhud con Rasulul’lah ﷺ. Golpeé a un hombre de los incrédulos y exclamé: “¡Toma esto, yo soy el esclavo persa!” (Al escuchar esto,) Rasulul’lah ﷺ se volvió hacia mí y me dijo: “¿Por qué no exclamaste: ‘¡Toma esto, yo soy el esclavo Ansari!’?” [Sunan Abi Dawud #5123]
Al comentar sobre el hadiz anterior, Mulá Ali Qari (rahimahul’lah) explica que era como si Rasulul’lah ﷺ le estuviera diciendo a Abu Uqbah (radiyal’lahu anhu): “Cuando expresas felicidad y valentía al atacar a un enemigo, atribuye tu lealtad hacia a los Ansar ante quien realicé la hégira y quien me ayudó”.
Mulá Ali Qari (rahimahullah) luego explica con más detalle: “La gente de Persia, en ese momento, era Kuffar, y por lo tanto a Rasulul’lah ﷺ no le gustó que Abu Uqbah (radhiyal’lahu anhu) se atribuyera a ellos (al expresar su felicidad sobre su logro). Rasulul’lah ﷺ le ordenó atribuirse a los Ansar para poder afiliarse y vincularse con el pueblo del Islam”. [Mirqat vol. 8, pág. 642]
De esto entendemos que, aunque seamos panameños, ya que vivimos en Panamá, no hay nada de qué enorgullecernos, ya que Panamá es un país no musulmán. Por lo tanto, un musulmán no debe llamarse a sí mismo “Orgullosamente panameño”, ya que su orgullo y alegría es ser un musulmán de la hermandad del islam.
Habiendo entendido lo anterior, nos damos cuenta de que es aún peor cuando una persona se atribuye a un equipo deportivo o a una estrella del deporte, etc., especialmente porque estos equipos y estrellas del deporte son símbolos y figuras decorativas de los mismos incrédulos que buscan destruir el islam y a la Musulmanes.
Aunque no deberíamos seguir ni apoyar a ninguno de estos equipos, ¿cómo podemos apoyar y animar a estos equipos y jugadores que representan a los mismos países responsables de masacrar a nuestros hermanos y hermanas inocentes en Palestina?
Recuerde: la lealtad de un musulmán está con el islam. El islam es nuestra felicidad y alegría. Nunca deberíamos estar orgullosos o encontrar alegría al atribuirnos a los no musulmanes.
Que Al’lah Ta’ala nos haga verdaderos musulmanes, amén.