Qasimud Dowlah, Aq Sunqur Al-Bursuqui (rajimajul’lah) – [Primera Parte]
En los siglos V y VI después de la hégira, había un gobernante turco muy justo y piadoso llamado Qasimud Dowlah, Aq Sunqur Al-Bursuqui (rajimajul’lah). Era conocido por su bondad y su naturaleza suave al tratar con la gente. También era muy aficionado de los piadosos y era extremadamente puntual con sus Salah Fardh y de Tajayyud. Al-Bursuqui (rajimajul’lah) fue fundamental para ayudar a los musulmanes de Alepo a recuperar su tierra de los cruzados que se apoderaron de la ciudad con la ayuda de los chiítas y cometieron crímenes atroces en ella. Su gobierno se extendió por Irak, Mosul, Alepo y muchas otras ciudades de Sham (Gran Siria). [Zubdatu Halab vol. 2, pág. 224; Dirasatun Tarijhiyyah pág. 17; Bughyatut Talab pág. 1967 y Wafayatul A’yan vol. 1, pág. 418)]
En una ocasión, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) le dijo al juez de Mosul: “Deseo que en la corte trates a la clase alta y a la clase baja por igual y que las personas de posición no reciban ningún trato o respeto especial en la corte”. El juez amablemente preguntó: “¿Y cómo puedo hacer esto?” Él respondió: “Solo hay una manera de lograr esto; debes buscar un demandante que me impugne en un caso y me convoque a la corte. Entonces me presentaré ante ti y me tratarás como tratas a mi oponente. (Al hacerlo, se sentará un precedente de que si al líder no se le muestra ningún trato especial en la corte, ninguna otra persona recibirá un trato especial y todas las personas serán tratadas por igual)”. Dijo además: “Pronto enviaré a un demandante del que ni siquiera dudarás (del hecho) de que es mi oponente. Él hará una demanda en mi contra, después de lo cual debes citarme a la corte para que pueda presentarme ante ti”.
Al-Bursuqi (rajimajul’lah) luego se dirigió a su esposa y le indicó que nombrara un abogado que le exigiría su Mahr (dote). Ella obedeció y, por lo tanto, el abogado se dirigió a la corte y exclamó: “Tengo un caso contra Qasimud Dowlah Al-Bursuqui y exijo que sea citado a la corte”. El juez convocó así a Al-Bursuqui (rajimajul’lah) y él se presentó ante la corte. A pesar de ser el gobernante, cuando entró, el juez no se puso de pie en su honor. Más bien, trató a Al-Bursuqui (rajimajul’lah) y a su oponente por igual. A partir de entonces, el abogado presentó su denuncia contra Al-Bursuqui (rajimajul’lah) y estableció que realmente fue designado por su esposa.  Al-Bursuqui (rajinajul’lah) confesó voluntariamente que en verdad le debía el Mahr y, por lo tanto, el juez le ordenó que se lo entregara al abogado. Por lo tanto, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) fue a su caja fuerte y le entregó el Mahr. [Bughyatut Talab pág. 1968]
Lecciones:
1. La justicia es una cualidad digna de elogio, universalmente aceptada por todas las confesiones religiosas. Sin embargo, la historia da testimonio del hecho de que los musulmanes y los gobernantes musulmanes han sido insuperables en la defensa de los más altos niveles de justicia, incluso al tratar con los no musulmanes y con sus archienemigos.
2. La gente generalmente tiene la idea errónea de que la justicia es una cualidad que solo los gobernantes y gobiernos deben practicar e implementar. Sin embargo, este es un rasgo que se relaciona y se aplica a cada persona en diversas situaciones y diferentes esferas de su vida. Por lo tanto, es necesario adoptar la justicia al tratar con cada persona, especialmente con sus subordinados, ya sean empleados, trabajadores domésticos, cónyuge, hijos, etc.
3. Un creyente da preferencia al Din sobre todo lo demás; incluso sobre su propio respeto y honor. Por lo tanto, Al-Bursuqui (rajimajul’lah) estaba preparado para ser citado a la corte y así sacrificar su reputación, para que se pudiera sentar un precedente y se pudiera confirmar este importante mandato del Din.