Toda persona que tenga aunque sea una pizca de compasión en su corazón se compadecerá de un huérfano. Ver a un niño pequeño privado del abrazo amoroso de su madre y del apoyo compasivo y la guía constante de su padre, confiado al cuidado de otros que nunca podrán llenar por completo el vacío dejado por sus padres, es suficiente para derretir incluso el corazón más duro. Tal es la lamentable situación de un huérfano, que ninguna persona con conciencia jamás desearía la orfandad a otra.

Sin embargo, con los nuevos avances de la era moderna, también hemos inventado un nuevo tipo de “huérfano”. Este es el huérfano que TIENE madre y padre, pero a pesar de tener padres, se ve privado del amor y la atención de ellos. Sus padres le proporcionan comida y bebida, pero su corazón está perpetuamente hambriento del amor y sediento de la atención de ellos.

Vivimos en una era de subcontratación. Como tal, hay muy pocas tareas que no se puedan relegar a un empleado. Se pueden contratar personas para que se ocupen de cocinar, limpiar, lavar la ropa, hacer jardinería, coser, conducir, hacer compras y muchas otras tareas y necesidades. Sin embargo, algunas tareas son tales que si uno no las realiza con sus propias manos, no se verá el resultado deseado o, peor aún, se producirá daño y destrucción.

Una de esas tareas es la de criar a los niños y ocuparse de su educación. Cuando el niño se despierta por la mañana y abre los ojos, ve el rostro de su amada madre, quien lo saluda con Salam y le enseña a recitar la Dua al despertar. Ella le cambia la ropa siguiendo la sunna, le enseña a recitar la Dua y le recuerda que la ropa es una recompensa de Al’lah Ta’ala que debe ser apreciada. Ella le da el desayuno, le enseña a recitar la Dua y le recuerda que debe mostrar gratitud por la comida limpiando el tazón/plato.

Todo esto lo hace la madre con amor y pasión, ya que es SU propio amado y querido hijo, su propia carne y sangre.

Sin embargo, es común hoy en día que cuando el niño se despierta, entonces en lugar de ver a su madre, vea a la criada. En lugar de que su madre lo cambie y lo alimente, la empleada doméstica lo cambia y lo alimenta. Cuando llega la hora de la siesta, la criada lo pone a dormir. También juega con él e incluso lo acuesta por la noche, exactamente como un niño que no tiene madre.

Debemos darnos cuenta y comprender que cuando es la criada quien atiende al niño, día y noche, es como si ella estuviera criando al niño. Cuando la mayoría de las sirvientas carecen de Iman (o si son musulmanas pero carecen del nivel deseado de Din y la sunna en sus vidas), ¿cuál será el efecto de esta compañía perpetua en el niño? aparte de los efectos nocivos de ser privado de la atención de la madre.

En 1931, un psicólogo llamado Winthrop Kellog realizó un experimento. Su propio hijo acababa de nacer, así que trajo un mono bebé a su casa y lo crió junto con su hijo, tratándolos de la misma manera. El objetivo del experimento era descubrir si el mono podía ser criado de tal manera que se comportara exactamente como un humano, e incluso creyera que era un humano.

El experimento tuvo un comienzo prometedor y se vio que el mono estaba aprendiendo a comportarse como un humano en muchos sentidos. Sin embargo, después de nueve meses, el experimento terminó abruptamente. ¿La razón? – El hijo de Winthrop había empezado a comportarse como un mono.

Esta es sólo una anécdota que pone de relieve la gran influencia que la compañía tiene sobre una persona, especialmente durante sus primeros años de desarrollo. Muchas sirvientas pasan sus días en Yanabah (Impureza Ritual), tienen novios, hijos fuera del matrimonio, beben alcohol, escuchan música, consumen carne de cerdo y llevan vidas diametralmente opuestas a la vida de un musulmán. Por lo tanto, al confiar a nuestros hijos a su cuidado, ¿a qué efectos nocivos e influencias malignas los estamos exponiendo?

En este punto/conyuntura, debemos aclarar que está permitido contratar una empleada doméstica y permitirle ayudar a las madres con las tareas del hogar. Sin embargo, no debe ser que estas criadas se conviertan en madres sustitutas de nuestros hijos.

En la sociedad occidental, debido a que tanto los padres y como las madres se ven ocupadas en el lugar de trabajo, los niños son depositados al cuidado comercial de la guardería, que nunca puede compararse con una mínima fracción del cuidado personal de un padre. Sin embargo, cuando muchas mujeres musulmanas que no trabajan, pero en realidad son tan ricas que tienen los medios para contratar sirvientas separadas para sus hijos, entonces ¿por qué no atienden a sus hijos ellas mismas?

Quizás algunas madres sufran problemas de salud, y esto es comprensible. Pero si una madre tiene buena salud y tiempo libre, entonces la razón aparente es que se ha vuelto egoísta. No quiere gastar su precioso tiempo y energía en su propio hijo, por lo que prefiere pagarle a otra persona para que gaste el suyo. Así, mientras la criada cuida a los niños, ella sale de compras, se reune con amigas para tomar un café, se hace las uñas, el pelo y la piel en la esteticista, asiste a su clase de pilates, etc. (no estamos diciendo que todas estas actividades sean permisible para una mujer musulmana, muchas de ellas son inadmisibles y son la causa típica y común por la que muchas mujeres descuidan a sus hijos).

Se informa en el hadiz que en una ocasión, una mujer pobre vino (en busca de ayuda) donde Aishah (radiyal’lahu anha), cargando a sus dos (pequeñas) hijas. Aishah (radiyal’lahu anha) le dio a la mujer tres dátiles (que era todo lo que ella podía dar en ese momento). La mujer le dio un dátil a cada una de sus hijas y se quedó con el tercer dátil.

Sin embargo, mientras se llevaba su propio dátil a la boca para comérselo, sus hijas comenzaron a pedirlo (porque todavía tenían hambre). Al ver esto, la madre partió el tercer dátil, que era su parte, en dos mitades y lo repartió entre sus hijas.

Este acto de compasión desinteresada y sacrificio de la madre por sus hijas tocó el corazón de Aishah (radiyal’lahu anha), y por lo que le comentó el incidente a Rasulul’lah ﷺ. Al escuchar este incidente, Rasulul’lah ﷺ le dijo: “De hecho, Al’lah Ta’ala le ha concedido el Yannah (Paraíso) debido a esta acción”, o dijo: “Al’lah Ta’ala le ha concedido la libertad del Yahannam (Infierno) a causa de esta acción”. [Muslim #6694]

Tal era el amor y la generosidad de esta madre en tiempos de Rasulul’lah ﷺ por sus hijos, que podía sacrificar su comida por ellos y pasar hambre por ellos, sin embargo, en los tiempos actuales, muchos de nosotros somos tan tacaños y avaros que somos reticentes y reacios a gastar nuestro tiempo y energía en nuestros propios hijos…

Que Al’lah Ta’ala nos conceda la capacidad de ser buenos padres musulmanes y que haga de nuestros hijos la frialdad de nuestros ojos, Amin.