Cuando se discute el tema de la esclavitud, generalmente lo que nos viene a la mente es la escena de personas atadas con grillos y encadenadas con grilletes. Nos imaginamos a personas despojadas de su libre albedrío y subyugadas sin piedad para someterse a la voluntad de los demás.
Aunque la esclavitud ha sido abolida internacionalmente, se estima que en el mundo actualmente hay aproximadamente 40 millones de personas que viven en una u otra forma de esclavitud. Por simpatía por la lamentable situación de los esclavos, miles de personas trabajan incansablemente para tratar de liberar a estos indefensos individuos de las ataduras de la opresión para que puedan disfrutar de la libertad en el mundo.
Sin embargo, la realidad es que, además de estos 40 millones de esclavos, hay innumerables otros “esclavos” que necesitan desesperadamente la liberación. Estos son los creyentes que se han convertido en esclavo de su Nafs (deseos carnales). Se han atados tan fuertemente a los grilletes de su Nafs que obedecen ciegamente cada capricho y deseo de su Nafs, incluso si resulta en la desobediencia de Al’lah Ta’ala. No tienen absolutamente ningún control y no pueden resistir el anhelo y la tentación de lo Haram y el pecado. Pueden ser físicamente libres, pero mental y espiritualmente han sido completamente subyugados y esclavizados.
Describiendo a tales personas, el eminente Imam y Muhaddiz, Sayyiduna Abdul’lah Bin Mubarak (rajimajul’lah), una vez mencionó la siguiente copla:
Entre las graves calamidades -y toda calamidad tiene un signo por el cual puede reconocerse- está que se observa que no puedes abstenerte de lo que deseas.
El que está verdaderamente esclavizado es el que está esclavizado a su Nafs al obedecer a sus deseos carnales, y el que está verdaderamente libre (y liberado) es el que es capaz de saciar su apetito a veces, y contenerlo en otros momentos, (es decir, es capaz de ejercer autocontrol). [Sillaru Alamin Nubala vol. 8 pág. 417]
El mes de Ramadán acaba de pasar, y el propósito de los creyentes que ayunaron durante este bendito mes era que se liberaran de los grilletes de su Nafs adquiriendo la cualidad del autocontrol y la disciplina. A lo largo del día, los musulmanes toleraron los dolores ardientes de la hambre y se abstuvieron de comer, únicamente para complacer a Al’lah Ta’ala. Durante un mes entero, continuaron ejerciendo disciplina, hasta que esta disciplina se convirtió en su segunda naturaleza. Por hambrientos o sedientos que estuvieran, ni siquiera consideraron llevarse un bocado a la boca o tomar un sorbo de agua antes de que llegara la hora del iftaar.
Ahora que Ramadán ha terminado, debemos pensar y reflexionar sobre eso en Ramadán, si pudimos restringir nuestro Nafs incluso de lo que es halal, ¡entonces seguramente podemos continuar restringiendo nuestro Nafs de lo que es prohibido! Así como ejercitamos la disciplina y el autocontrol durante Ramadán, debemos continuar esforzándonos por abstenernos del pecado y de lo Haram ahora que Ramadán ha terminado.
Recuerda, sólo cuando nos liberemos de los grilletes de nuestro Nafs y nos convirtamos en verdaderos esclavos de Al’lah Ta’ala, podremos liberarnos del Yahannam (Infierno) y obtener la admisión al Yannah (Paraiso).