Miró a su derecha, y hasta donde alcanzaban sus ojos, hasta el final del horizonte, había terrenos que le pertenecían, que estaban llenos de fábricas y negocios. Luego miró a su izquierda y vio un gran ejército de personas, todos bajo su empleo, dedicados a servirlo y velar por su comodidad. Luego miró frente a él y vio su propiedad: su casa palaciega equipada con todos los lujos y comodidades imaginables y disponibles en la era moderna.

Y luego “¡BIIIIP!” – con el rudo despertar sonado por su despiadado despertador, abrió los ojos a la realidad de que todo no era más que un sueño…

A menudo se dice que “ver es creer”. Sin embargo, las visiones realistas vistas en un sueño son amplia prueba del hecho de que todo lo que se ve NO se puede creer. Más bien, como musulmanes, nuestra creencia se basa en la palabra divina de Al’lah Ta’ala y Rasulul’lah ﷺ, y es por esta razón que traemos Iman en lo Oculto.

La vida después de la muerte, Yannah y Yahannam (Paraíso e Infierno), son todos parte de lo invisible, y dado que Al’lah Ta’ala y Rasulul’lah ﷺ nos han informado de su existencia, traemos Iman absoluto en ellos.

Como musulmanes, creemos, sin un ápice de duda, que al fallecer, cada persona se enfrentará a la realidad del Más Allá, al Yannah y Yahannam. Es solo al dejar este mundo que los ojos de una persona se abrirán verdaderamente y podrá ver los elementos de lo invisible que antes estaban velados y ocultos de su visión.

En ese momento crucial, cuando uno se enfrente a la realidad del Más Allá, todo este mundo, y todos los años que uno ha pasado en él, le parecerán un sueño lejano o un vago recuerdo. Tal será el éxtasis del Yannah, o el tormento del Yahannam, que en comparación, este mundo entero con todo su placer y sufrimiento le parecerán absolutamente trivial e insignificante.

A este respecto, Anas Bin Malik (radiyal’lahu anhu) informa que Rasulul’lah ﷺ dijo una vez: “En el Día de Quiyamah, una persona, de los habitantes del Yahannam (es decir, de los destinados al Yahannam), que había disfrutado de la mayor comodidad en este mundo, será traído y será sumergido en el fuego por un breve momento. Entonces se le preguntará: ‘¡Oh, hijo de Adam! ¿Alguna vez viste algo bueno (en tu vida en el mundo)? ¿Alguna vez experimentaste algún consuelo?’ Él responderá: ‘¡No, por Al’lah! (Nunca experimenté ninguna comodidad o placer en mi vida) ¡Oh mi Rab (señor)!’

Luego una persona, de los habitantes del Yannah (es decir, de aquellos destinados al Yannah), que haya pasado por la mayor dificultad en este mundo, será traída y sumergida en el Yannah por solo un breve momento. Entonces se le preguntará: ‘¡Oh, hijo de Adam! ¿Alguna vez viste alguna dificultad (en tu vida en el mundo)? ¿Alguna vez experimentaste alguna dificultad?’ Él responderá: ‘¡No, por Al’lah! ¡Oh Rab (Señor)! ¡Nunca experimenté ninguna dificultad, y nunca vi ninguna dificultad!’” [Muslim #7088]

Del hadiz anterior, vemos que, la vida de este mundo parecerá un sueño lejano en el Más Allá -es más parecerá que ni siquiera existió. Tal será el placer, el éxtasis y la dicha del Yannah que al experimentarlo por solo un milisegundo, uno olvidará instantáneamente todo el dolor, la tristeza y la angustia que sufrió en este mundo.

Por el contrario, el tormento, el dolor y la angustia del Yahannam serán tan severas e insoportables que al experimentarlas por solo un milisegundo, uno olvidará cada lujo, comodidad y felicidad que alguna vez disfrutó en este mundo.

El quid de la cuestión es que la vida real es la vida del Más Allá, y este mundo, con todos sus adornos y distracciones, es absolutamente insignificante y trivial en comparación. Nunca nos dejemos absorber por la búsqueda de los placeres mundanos mientras perdemos el enfoque en el Más Allá, ya que esto nos conducirá a un inmenso arrepentimiento y remordimiento en el Más Allá.

Que Al’lah Ta’ala nos bendiga con Yannatul Firdaus, Amin.

La vida de este mundo parecerá un sueño lejano en el Más Allá, es más, parecerá que ni siquiera existió.