Había una vez un rey muy pudiente que solo tenía una hija. Él la amaba muy intensamente y, como consecuencia, había puesto a su disposición diferentes tipos de entretenimientos para que se divierta. Las cosas continuaron de este modo durante algún tiempo.
Al lado del palacio del rey vivía una persona piadosa que se ocupaba en la adoración a Al’lah Ta’ala. Una noche, mientras estaba recitando el Glorioso Corán (una condición de éxtasis lo conmovió) y él empezó a recitar la siguiente aleya en voz alta:

يَا أَيُّهَا الَّذِينَ آمَنُوا قُوا أَنفُسَكُمْ وَأَهْلِيكُمْ نَارًا وَقُودُهَا النَّاسُ وَالْحِجَارَةُ

“¡Oh, creyentes! Protéjanse a sí mismos y a sus familias del Fuego [del Infierno], cuyo combustible serán los seres humanos y las piedras,…” [sura Tahrim, aleya:6]
La princesa escuchó su recitación y, por lo tanto, instruyó a sus sirvientas para que dejaran de entretenerla. Sin embargo, ignoraron sus instrucciones y continuaron con su entretenimiento. La persona piadosa continuó repitiendo este verso y ella continuó instruyendo a las sirvientas para que se detuvieran, pero fue en vano.  Finalmente, ella se agarró la ropa por el cuello y se la rasgó (por angustia).
Así las asistentes se dirigieron a su padre y le explicaron lo que había ocurrido. El rey se acercó a ella y exclamó: “Oh, mi amada (hija), ¿qué te ha sucedido esta noche?  ¿Qué te hace llorar?” Diciendo esto, la tomó en sus brazos. Ella respondió: “Oh, mi amado padre, te pido en el nombre de Al’lah Ta’ala (que por favor me digas la verdad). ¿Al’lah Ta’ala tiene un lugar donde yace un fuego cuyo combustible son humanos y piedras (es decir, Yajannam)? Cuando el rey respondió afirmativamente, ella preguntó además: “Oh, mi amado padre, (si ese es el caso, entonces) ¿por qué no me informaste al respecto? Por Al’lah, no comeré ningún alimento rico, ni dormiré en una cama suave hasta que sepa dónde se encuentra mi morada (en el Más Allá), en el Yannah o en el Yajannam”. [Sifatus Safwah vol. 2, pág. 531]
Lecciones:
1. Puede parecer bastante sorprendente que la princesa no supiera sobre el Yajannam hasta este momento. Sin embargo, cuando la única preocupación de una persona por sí misma y por sus hijos son las posesiones y los lujos de este mundo material e ignora totalmente la Ajhirah (Más Allá), tal resultado no es descabellado. Además, muchas veces nosotros o nuestros hijos nos encontramos en una situación similar en la que, a pesar de saber y escuchar sobre el Yajannam, su realidad no entra en nuestros corazones.
2. El efecto de recitar o escuchar solo una aleya del Glorioso Corán es evidente a partir de este incidente. Si la vida de esta niña pudo cambiar porque involuntariamente escuchó una aleya del Glorioso Corán de una persona piadosa, ¿cuánto más cambiarían nuestras vidas si adoptáramos voluntariamente la compañía de los piadosos y si recitáramos y escucháramos de todo corazón el Corán?
3. La princesa culpó a su padre por no informarle sobre el Yajannam. No debería ser que en en el Día del Quiyamah, nuestros hijos nos culpen por no enseñarles el Din y por no inculcarles la preocupación por la Ajhirah (Más Allá).