Una vez, un hombre estaba sentado en el aeropuerto esperando para abordar su vuelo, cuando de repente un extraño se le acercó. El extraño se sentó a su lado y le dijo: “Siento molestarte, pero estaba sentado cerca y mi mirada cayó sobre ti. Como especialista que he tratado a pacientes con cáncer durante más de 30 años, noté ciertos marcadores y signos distintos en usted que indican que es probable que tenga cáncer. Sólo te menciono esto porque te deseo lo mejor. Por favor, hazte un chequeo y tratamiento si es necesario. Si el cáncer se detecta a tiempo, habrá mayores posibilidades de que usted se recupere por completo”.

Al escuchar estas palabras de un completo desconocido, el hombre se enfureció. Se puso de pie, su rostro se enrojeció de ira en segundos y estalló: “¿Quién eres tú para juzgarme? ¿Por qué no te preocupas por ti mismo? ¡Lo único que hacen ustedes, los médicos, es encontrar defectos en la gente!”.

¿O él… [la otra opción]? ¡Por supuesto que no! Más bien, agradeció al médico y agendó una cita lo antes posible en el hospital. Posteriormente, cuando le diagnosticaron cáncer y fue tratado exitosamente gracias a una intervención temprana, llamó al médico y le agradeció una vez más, enviándole también regalos, pues agradeció que el médico le hubiera señalado el problema, ayudándolo para tratarlo y salvarle la vida.

De la misma manera, así como las personas tienen cuerpos que se enferman y requieren tratamiento, también tienen almas que contraen diversas enfermedades como el orgullo, la avaricia, la deshonestidad, la desvergüenza, etc. Estas enfermedades también requieren tratamiento. La diferencia entre las dos es que descuidar las enfermedades del cuerpo sólo conducirá a la muerte, mientras que descuidar abordar y remediar las enfermedades del alma conducirá a la miseria, el sufrimiento y el castigo en Yahannam (infierno).

Por lo tanto, es absolutamente vital que la gente se refiera y consulte periódicamente con los “médicos” del alma: los piadosos y correctamente guiados “Ulama”. Si algún Alim – o incluso un no Alim – demuestra nuestras faltas y errores para corregirnos, debemos darnos cuenta de que es nuestro bienqueriente y sólo desea ayudarnos a reformarnos a nosotros mismos para que podamos salvarnos de las dificultades en este mundo y del castigo en el Más Allá. Si uno tiene humildad en su corazón, donde su ego, orgullo y arrogancia no le impiden aceptar críticas y correcciones, entonces ciertamente llegará lejos en la vida e, Insha-Al’lah, también tendrá éxito en el Más Allá.

Al’lamah Ibnu Abidin Shami (rahimahul’lah) es un renombrado faquí Hanafí que nació en Damasco en el año 1198 D. H. El libro que compiló, Raddul Muhtar, es tan valioso que no sería descabellado/inverosímil decir que casi todos los muftí de la escuela Hanafí lo necesitan al emitir una Fatwa.

Se menciona que cuando Al’lamah Shami (rahimahul’lah) era un joven, se sentaba en el local comercial de su padre para observar y aprender el funcionamiento de un negocio. En una ocasión, cuando estaba en el local de su padre, comenzó a recitar el Corán en voz alta. Después de un rato, una persona pasó y, al oírlo recitar, lo reprendió diciendo: “No es correcto que recites el Corán aquí, ya que lo estás recitando en un lugar donde la gente (que viene aquí a comprar bienes) no escuchan atentamente tu recitación (lo cual es una obligación). Además, tu recitación tiene faltas y errores (es decir, el Taywid y la pronunciación son incorrectas)”.

Al escuchar a este extraño reprenderlo públicamente de esta manera, Al’lamah Shami (rahimahul’lah) no se molestó ni se enojó. Más bien, debido a su humildad y sinceridad, aceptó la corrección y salió en busca del Qari más grande de la ciudad. Al ser informado que el Qari más grande era Sheyj Said Hamawi (rahimahul’lah), se dirigió a él y comenzó a estudiar con él.

[Ibnu ‘Abidin Wa Asaruhu Fil Fiqhil Islami pág. 276 y Faqihul Hanafiyah Muhammad Amin Abidin pág. 8]

De esta manera, Al’lamah Shami (rahimahul’lah) estudió Quirat y las otras diversas ciencias del conocimiento del islam, hasta que Al’lah Ta’ala lo bendijo con la alta posición que todos reconocemos hoy, donde millones de personas alrededor del mundo se benefician de su conocimiento y trabajo.

El punto sobre el cual debemos reflexionar es que si Al’lamah Shami (rahimahul’lah) hubiera sido vencido por el orgullo y hubiera recibido las críticas y correcciones negativamente, es probable que en lugar de corregir sus errores y mejorarse, hubiera permanecido en el mismo lugar, la tienda de su padre, comerciando hasta el final de su vida, y nada más habría sido de él. Por lo tanto, un hadiz menciona que cuando una persona se humilla, por el placer de Al’lah Ta’ala, Al’lah Ta’ala la eleva y la bendice con una posición y rango elevado. Sahih Muslim #6592]

Que Al’lah Ta’ala nos bendiga con la humildad de aceptar las correcciones, amín.